viernes, 8 de julio de 2016
lunes, 11 de abril de 2016
El Hilo Negro
Según la tradición japonesa, un
hilo rojo invisible conecta a aquellos destinados a encontrarse a pesar del
tiempo y el lugar. El hilo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca se
romperá...
Aquella mañana el hilo apretaba
con fuerza su meñique. Tanto que podía sentir cómo la sangre prácticamente
había dejado de circular. Supuso que a ella le ocurría lo mismo al ver su cara
de preocupación.
Durante años habían omitido los
tirones de los hilos. Querían creer que antes o después el dolor desaparecería
y solo quedarían ellos. Pero no había sido así. Sus destinos estaban sellados
con otras personas. No le cabía en la cabeza el motivo que habían tenido los
dioses para decidir que no estaban hechos el uno para el otro. Cómo habían sido
tan insensibles para unir sus vidas a las de extraños que debían encontrar en
ellos el otro extremo de su hilo.
Se acercó a ella con cariño, como
cada día. La estrechó entre sus brazos e intentó besarla, pero ella rechazó su
contacto. Por primera vez desde que se conocían, ella le mostraba rechazo.
Sintió romperse algo en su interior. Una parte de ella que siempre lo acompañó
y ahora se desvanecía.
Se apartó un poco extrañado por
aquella actitud. Ella simplemente alzó una mano. Mostró su dedo meñique con un
trozo de hilo ajado. Cortado y pintado de negro.
Él frunció el ceño tratando de
comprender.
Ya no estaba. El otro extremo
había desaparecido. En sus ojos adivinaba la culpa por haber privado de
felicidad a otro ser.
Ella lo miró, diciendo con los
ojos lo que no se atrevía a poner en palabras. Su deber era buscar a la mujer
que aguardaba al otro lado.
El silencio se hizo insoportable,
interminable. Sabía lo que tenía que hacer, pero llevaba tanto tiempo luchando
contra ello que solo pensarlo le revolvía las entrañas.
Caminó apenas cuatro pasos en
dirección contraria a ella, decidido a dar una oportunidad al destino.
Entonces, una mirada fugaz se deslizó hasta ella. En su rostro aún descubría a
la niña que una vez volaba cometas junto a él. Y no pudo hacerlo.
Se llevó su propia mano atada a
los labios y depositó un suave beso sobre el nudo. Tomó aire y la determinación
más importante de su vida al mismo tiempo. Sujetó el hilo con las dos manos y
tiró con la fuerza que daba el amor verdadero.
A pesar del destino y a pesar de
la maldición, el hilo cedió y partió dejando apenas unos centímetros atados al
meñique. En el mismo momento en que ya no fue uno, el hilo se tiñó de color
negro apagado.
Él tomó la mano de ella y como
pudo realizó un nuevo nudo con los pequeños trozos de hilo que adornaban sus
dedos. Sellando por fin la unión que debió existir desde su nacimiento.
En un lugar no demasiado lejos,
una mujer sintió un pinchazo en su pecho. El lugar donde otro hilo rojo se
rompió y se tiñó de negro, dejando a su dueña sola eternamente…
martes, 8 de marzo de 2016
jueves, 14 de enero de 2016
sábado, 8 de agosto de 2015
Inseparables
El humano miró a las pequeñas aves por encima del hombro.
Aquellas que, sin tener que rendir cuentas a las leyes del hombre, habían
elegido estar juntas para siempre.
Amarse sin condiciones, estar siempre el uno
para el otro.
Sin que nada ni nadie pudiese separarlos.
Aquel que, teniendo la capacidad de pensar, elegía hacer daño a quien más le amaba.
Y sintieron compasión de él.
Se creía el dueño del universo, pero tenía todo por aprender.
lunes, 27 de abril de 2015
Blanco y Negro
Resultaba complicado saber si aún
era de día o ya había caído la noche. Tras una larga jornada de trabajo debía
suponer que la hora era nocturna, pero el mundo monocromático no ayudaba a
descubrir el momento.
Chaplin regresó al lugar en el que
muchos de sus compañeros se reunían, otros que se habían adaptado mucho mejor
que él a esos tiempos modernos.
Nada más entrar vio a Buster
Keaton con su cara de payaso triste, jugando a ser el maquinista de un pequeño tren a escala. Apenas levantó la vista
para saludarle y siguió a lo suyo.
Chaplin tomó asiento en el centro
de la sala. El lugar más despejado para ver el escenario y la pista de baile.
Humphrey y Audrey danzaban al
ritmo de “La vie en rose” que habían aprendido gracias a Sabrina en una estampa perfectamente romántica.
En su rostro se dibujó una sonrisa
mezcla de ternura y melancolía, pero algo hizo que saliera de su ensoñación. En
la mesa más alejada Groucho se puso en pie y comenzó a cantar por encima de la
música del piano. Su tono de voz grave y potente auguraba una noche en la ópera. Por suerte el silencio de quien no se reía
atrajo su atención.
Tal vez fuese peor así. Groucho se
acercó a él y golpeó la mesa con las palmas de las manos.
-
Anímate,
Charlie. Ahora puedes expresarte, aprovecha la ocasión.
Chaplin tomó un papel y un lápiz
que siempre llevaba encima. Escribió algo y se lo entregó a Groucho.
“Imagina que todo tu mundo cambia
y no puede volver atrás”
Groucho se entristeció con el
mensaje de su compañero. Ambos se dedicaban al humor, y era sumamente difícil
hacer reír a los demás teniendo el alma tan oscura.
La música cesó de repente.
Un foco proyectó un halo de luz
desde el cielo, y como si por él descendiera un ángel, apareció una mujer rubia
de proporciones perfectas a quien todos conocían bien.
Los aplausos se sucedieron
mientras Marilyn colocaba el micrófono y esperaba el inicio de la música.
Detrás, Tony Curtis y Jack Lemmon
vestidos de mujeres con faldas, se
enamoraban de ella a lo loco.
Marilyn separó levemente los labios y empezó a cantar
sensualmente.
-
I wanna be loved by you…
En cuanto las primeras notas
salieron de sus cuerdas vocales, una ola de color inundó la sala. La escala de
grises dio paso a todos los tonos del arco iris. El vestido dorado de la musa
relucía en las paredes de pronto pobladas de decenas de matices.
Chaplin abrió la boca embelesado
por la belleza de los colores y por la belleza del sonido. Dejó escapar un
jadeo de admiración y a su rostro volvió la sonrisa sincera que había perdido.
Groucho observó el cambio de
expresión que se había producido en Chaplin. Los colores también habían
iluminado el interior del hombre sin voz. Colocó una mano en su hombro y
simplemente dijo:
-
A
veces, cambiar es bueno.
jueves, 16 de abril de 2015
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